LA CAPACIDAD DE RESILIENCIA
La resiliencia es la capacidad
que nos permite afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y
salir fortalecidos de ellas.
A veces
la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras
capacidades: una enfermedad, la muerte de un ser querido, el fracaso de un
sueño largamente anhelado, problemas económicos. Existen diferentes
circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si
tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante.
En este
punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o
sobreponernos y salir fortalecidos, adoptar o aplicar la resiliencia.
La
resiliencia implica reestructurar nuestros recursos, capacidades y talentos en
función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidad, las personas
resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha
tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para
crecer y desarrollar al máximo su potencial.
La resiliencia
no es innata, es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida, de
hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han
tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el
sabor del fracaso y no se han dado por vencidas.
Algunos
son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo
de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí
solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando
cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
Las
personas que practican la resiliencia son conscientes de sus potencialidades y
limitaciones, el autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las
adversidades y los retos, saben usarla a su favor, estas personas saben cuáles
son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y
defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen
en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que
disponen para conseguirlas. Son creativas.
Si algo
les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras
de lo que pueden lograr, no obstante, también reconocen la importancia del
trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es
necesario pedir ayuda. Asumen las dificultades como una oportunidad para
aprender y las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para
aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro
dependerá de la manera en que reaccionen.
El
resiliente sabe que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido
a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
Son flexibles ante los cambios, a pesar de que tienen una autoimagen muy clara
y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente
flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas.
Ser resiliente
es no cerrarse al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes
alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única
solución, tenaz en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes
sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las
distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha.
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